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Fernando Olivera rompe su silencio y se pronuncia sobre muerte de Alan García

Fernando Olivera rompió su silencio y se pronunció sobre la muerte del expresidente de la República Alan García. Indicó que el trágico desenlace no tiene honor ni dignidad.

He guardado silencio una semana por respeto al dolor de la familia del doctor García y declaro sinceramente que no me alegra su fatal desenlace de muerte.

De hecho, con transparencia, reitero que sí habría celebrado su captura, juicio y condena ejemplar, producto de un debido proceso.

Y por respeto al Perú debo decir y digo que sigo pensando lo mismo de Alan García cuando en el memorable debate del 3 de Abril del 2016, en su cara le imputé ser quien encarna la impunidad y quien pervirtió los valores del Perú. Y como hombre de fé, le notifiqué“… que ante la nueva justicia debía responder por el enriquecimiento ilícito, ……. Y por el caso Lavajato y las coimas de Odebretch”.

El doctor García se suicidó para una vez más evadir la acción de la justicia.
Pretender sepultar la verdad con un premeditado y cobarde tiro en la sien, es en realidad la trágica confesión de culpabilidad ante las evidencias en su contra logradas por los fiscales.

La verdad no se incinera !!!
5 meses antes el doctor García, quedo retratado en su intento de repetir la historia de impunidad de la década del 90, al solicitar asilo a Uruguay invocando una inexistente persecución política. El desesperado plan era fugarse de la justicia hasta que prescriban los delitos y luego engañosamente proclamar una falsa inocencia.

La fuga-asilo fracasó rotundamente porque el pueblo peruano se movilizó y el gobierno uruguayo se negó a ser refugio de la corrupción.

Debo decir y digo que el doctor García en su carta póstuma hace una inaceptable apología del suicidio como decisión digna y motivo de orgullo a seguir.
El doctor García anuncia que deja su cadáver como muestra de desprecio hacia sus adversarios.

A quien deja su cadáver y realmente desprecia, es a la verdad y a la justicia que teme; por eso también califica de miserables a quienes sí se someten a los mandatos y resoluciones judiciales.

Y el doctor García, apela al valor de la historia, y el lugar que reclama corresponderle.

Tiene razón el doctor García, con sus actos ya tiene un gran lugar en la “Historia de la corrupción en el Perú“, como bien registra el texto del historiador Alfonso Quiroz que le dedica mas de 11 paginas que con seguridad serán pocas sumadas al caso Lavajato.

Aprovechando el drama nacional del suicidio y muerte de un ex Presidente, la corrupción ejecuta un intenso psicosocial para glorificar a quien destruyó la vida de millones de familias y robo el futuro de generaciones de jóvenes sumidos en la frustración, la impotencia y la desesperanza.

El doctor García nunca pidió perdón, nunca se arrepintió de nada.

Su enfermizo mega Ego, no lo permitió ni siquiera en su carta póstuma, clara expresión de su infinita soberbia y deliberada pieza de falsa victimización con fines manipulatorios.

Indignado debo decir y digo, que:
Se ofende a los cristianos al compararlo con Jesucristo.
Se denigra a nuestros héroes al igualarlo con verdaderos héroes de la Patria como Miguel Grau, Francisco Bolognesi, Alfonso Ugarte, José Abelardo Quiñones, entre otros.

Repugna a la conciencia democrática del auténtico político que consagra su vida a ideales y principios, el declarar al doctor García como un ejemplo de político.

Y se traiciona la memoria de Haya de la Torre al proclamarlo como su mejor discípulo y se falta a los auténticos mártires del aprismo, al presentar el suicidio como un acto de dignidad y honor.

Haya de la Torre murió sin ser dueño ni de la casa que habitaba y los mártires del aprismo cayeron luchando por sus ideas y convicciones.

Debo decir y digo que en 1985 la corrupción se apoderó del Perú al más alto nivel, con su secuela de crimen y destrucción de las instituciones democráticas.

Es oportuno recordar que Alan García llegó al poder por su juventud y promesa de renovación política, pero antes de su primer anuncio presidencial el 28 de Julio de 1985, ya se había concertado el primer negociado de la reventa de los aviones Mirages presentándolo como un acto de valentía y ahorro para el país cuando ya se había realizado los contactos con el traficante de armas Abderraman El Assir tal como lo acreditó el fiscal Morghentau, en la investigación de los sobornos del BCCI.

Y también Alan García, 50 días antes de asumir el mando, había adquirido una propiedad sin poder justificar el origen del verdadero precio pagado como se probó en la Comisión Investigadora del Congreso que tuve el honor de presidir.

En ese primer gobierno están documentados los casos del dólar MUC, Zanatti, sobornos del tren eléctrico, Siragusa, Barclays Bank entre otros.

Por lo mismo debo decir y digo, que en el 2006, la bonanza económica de su segundo gobierno, consecuencia de los altos precios internacionales de nuestros minerales, se convirtió en bonanza de la corrupción, gracias a la complicidad de los empresarios mercantilistas que sin escrúpulos ni ética alguna, multiplicaron sus fortunas mal habidas.

Hoy, el cartel de la corrupción concentra su poderosa ofensiva contra los fiscales y jueces que son la excepción que confirma la regla de nuestra justicia; y en simultáneo acusan y amenazan a la prensa y en especial al periodismo de investigación y redes sociales.

Soy un crítico de los errores cometidos en la investigación, pero no vale satanizar a jueces y fiscales del caso Lavajato que merecen nuestro reconocimiento por la valentía y persistencia en descubrir la verdad y hacer justicia.

La prensa libre es un peligro mortal para la impunidad y los periodistas independientes son la garantía de lograr la verdad sin que existan intocables en su noble misión.

El cartel de la corrupción amenaza, intimida y descalifica a quienes no venden su conciencia; aplica el silenciamiento, la desinformación y crea cortinas de humo para distraer de lo importante al tribunal de la opinión pública.

Temerariamente la turba y cúpula alanista se han atrevido a culpar a la prensa del suicidio del doctor García. Han llamado asesinos a destacados periodistas como Gorriti y Hildebrandt, y hasta han coreado amenazas de muerte contra ellos y sus detractores políticos.

Ese cartel de la corrupción sueña con la censura y la mordaza extensiva a las redes sociales que ellos y solo ellos pervierten con sus ejércitos de trolls difamatorios.

Sin duda, en toda democracia se cometen excesos y en el Perú también; pero siempre defenderé como valor supremo la irrestricta libertad de prensa y expresión, combatiendo los embates totalitarios, vengan de donde vengan.

Ni la censura ni la mordaza pasarán, porque cuando un pueblo sabe no lo engaña nadie.

El solo hecho de concentrar las iras de los jerarcas de la corrupción es el mejor indicador que compromete el masivo apoyo ciudadano.

A los fiscales y jueces sigan adelante que el Perú entero los respalda y a la prensa libre no someterse es un deber que la Patria honrará.

Hoy, el Perú y la democracia viven días de prueba.
El desafío está planteado y frente a esa responsabilidad histórica tenemos el deber de no rendirnos.

El rescate del Perú es ahora o nunca. Cerremos filas para no repetir la vergonzante historia de impunidad.

A Dios le pido llegar a la verdad que nos hará nuevamente libres e independientes de cara al Bicentenario.

23 de abril 2019

Se hará justicia !!

Fernando Olivera.

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